En una era donde la imagen ha colonizado la experiencia cotidiana, el cuerpo se convierte en escenario de proyecciones ajenas, una superficie maleable sobre la que se imprimen expectativas normativas, muchas veces inalcanzables. Esta obra parte de esa tensión entre la autoimagen y el mandato social, materializada en un gesto mínimo pero cargado de significación: cubrir, tensar, moldear. A través del uso de cinta plástica, inspirada en el face taping y body taping, prácticas estéticas diseñadas para modificar temporalmente el rostro o la figura usando cinta adhesiva. El cuerpo, envuelto y empaquetado, pierde su carácter orgánico para convertirse en artefacto, en producto.